Un doble manto casi insoportable cae sobre Pekín: la polución y el Estado de Alerta. El Gobierno de la República Popular de China decretó ayer el mayor grado de alerta para sus fuerzas de seguridad y el Ejército. A unos 3.330 km de Pekín, en la ciudad noroccidental de Kashgar, dos hombres de la etnia uighur mataron a 16 agentes fronterizos además de herir a otros 16 en una emboscada con armas blancas y bombas de mano.
Los atacantes fueron detenidos en el lugar de los hechos.Con seguridad, los terroristas pertenecen al llamado Movimiento Islamista de Turkestán del Este, de raíces turcas y musulmanas, listado como organización terrorista por EE UU y China, y responsable de explosiones en Kumming, Shanghai y Xinjiang. Su líder es el Comandante Seyfullah. Otros dos miembros de este Movimiento islamista fueron ejecutados hace un mes, y otros 15 recibieron severas penas de cárcel. En las últimas semanas, con los Juegos Olímpicos asomando en el calendario, las fuerzas policiales chinas arrestaron en Xinjian a 82 personas de la minoría uighur, "para evitar complots ante los Juegos", según fuentes oficiales. Los islamistas uighures prometieron tomar represalias en su Guerra Santa contra los han, la etnia dominante en China: éste es el resultado.El ataque no recibió una sola mención en los boletines de noticias de la tarde en la capital de China, pero imágenes de una televisión local de Kashgar, fijadas brevemente en Internet, mostraron cuerpos de heridos y muertos transportados en camillas. Pekín ya es una fortaleza, pero tras el atentado se endurecieron los controles callejeros y de vehículos y las medidas de seguridad en las cercanías de las instalaciones olímpicas se afilaron hasta límites extremos.
Cabe citar que, quienes vivan por las calles en el recorrido de la Antorcha Olímpica, deben acreditar expresa y documentalmente su residencia en la zona, para recibir un permiso especial; además, en vísperas del paso de la llama olímpica, todo residente debe firmar un compromiso "de buena conducta ciudadana" sin el cual no obtiene acceso a la zona. Se han creado grupos de milicias populares o Comités de Defensa, integrados por veteranos miembros de la vieja Guardia Roja de Mao en un intento de extremar las normas y la vigilancia en las calles de Pekín. Estos Comités dan cuenta de las violaciones de las normas especiales de seguridad establecidas. Ayer, su actividad era infatigable, similar a la de un enjambre de avispas furiosas. Los expertos chinos en contraterrorismo descalificaron el ataque de Kashgar como "un desesperado movimiento mediático", pero, entre la bruma polucionada, Pekín quedó en el grado máximo de alerta: Alerta Roja, claro.
Los atacantes fueron detenidos en el lugar de los hechos.Con seguridad, los terroristas pertenecen al llamado Movimiento Islamista de Turkestán del Este, de raíces turcas y musulmanas, listado como organización terrorista por EE UU y China, y responsable de explosiones en Kumming, Shanghai y Xinjiang. Su líder es el Comandante Seyfullah. Otros dos miembros de este Movimiento islamista fueron ejecutados hace un mes, y otros 15 recibieron severas penas de cárcel. En las últimas semanas, con los Juegos Olímpicos asomando en el calendario, las fuerzas policiales chinas arrestaron en Xinjian a 82 personas de la minoría uighur, "para evitar complots ante los Juegos", según fuentes oficiales. Los islamistas uighures prometieron tomar represalias en su Guerra Santa contra los han, la etnia dominante en China: éste es el resultado.El ataque no recibió una sola mención en los boletines de noticias de la tarde en la capital de China, pero imágenes de una televisión local de Kashgar, fijadas brevemente en Internet, mostraron cuerpos de heridos y muertos transportados en camillas. Pekín ya es una fortaleza, pero tras el atentado se endurecieron los controles callejeros y de vehículos y las medidas de seguridad en las cercanías de las instalaciones olímpicas se afilaron hasta límites extremos.
Cabe citar que, quienes vivan por las calles en el recorrido de la Antorcha Olímpica, deben acreditar expresa y documentalmente su residencia en la zona, para recibir un permiso especial; además, en vísperas del paso de la llama olímpica, todo residente debe firmar un compromiso "de buena conducta ciudadana" sin el cual no obtiene acceso a la zona. Se han creado grupos de milicias populares o Comités de Defensa, integrados por veteranos miembros de la vieja Guardia Roja de Mao en un intento de extremar las normas y la vigilancia en las calles de Pekín. Estos Comités dan cuenta de las violaciones de las normas especiales de seguridad establecidas. Ayer, su actividad era infatigable, similar a la de un enjambre de avispas furiosas. Los expertos chinos en contraterrorismo descalificaron el ataque de Kashgar como "un desesperado movimiento mediático", pero, entre la bruma polucionada, Pekín quedó en el grado máximo de alerta: Alerta Roja, claro.